El Tiempo en Alamar

En el mundo de campaña de Alamar, los días se asimilan en su duración a los días en la Tierra, esto es, 24 horas. Sin embargo, los ciclos de día y noche difieren notablemente. Generalmente todos los días tienen unas 9 horas de noche, 3 de amanecer,9 de día y 3 de anochecer, siendo estos ciclos invariantes durante todas las estaciones. Los dos periodos que dan paso a la noche (Anochecer) y al día (Amanecer) son aquellos en los que la influencia del Ojo de Sarr es menor y los planos de la Sombra y Astral están más próximos al plano material primario. Durante el día La Gran Brecha proporciona luz y calor a Alamar, si bien, en función de la estación su poder es menor debido a las fluctuaciones de la energía del plano elemental del fuego, que controladas por Sarr, siempre ocurren siguiendo el patrón que da lugar a las estaciones en Alamar.

La Tradición Humana

En Alamar, los días se agrupan en semanas de 12 días, dos semanas son el ciclo completo de Resian, y un mes en Alamar se compone de dos ciclos de Resian, por lo tanto cuatro semanas y 56 días. Un año lo componen 6 meses y el periodo denominado La Última Luna que dura tan sólo 28 días, en total 364 días. Este periodo es el que da paso al nuevo año, es en plena época de recogida de las cosechas y es generalmente un periodo de trabajo y festejo.

A la primera semana de La Última Luna se la denomina Esperanza, y a la segunda Bienvenida.

Primer mes - Descanso. Comienza el frío, lluvias suaves en casi todo Alamar.
Segundo mes - Sueño. El frío se hace más intenso, nieva en las cumbres y zonas altas.
Tercer mes - Despertar. El frío se va retirando, las nieves se funden y los arroyos comienzan a fluir.
Cuarto mes - Esplendor de Eora. Todas las plantas comienzan a florecer y la naturaleza gana a la tristeza de los meses grises.
Quinto mes - Luz.
Sexto mes - Fulgor
La Última Luna Esperanza Bienvenida

Los Meses

Cada mes lo componen 56 días, y el primer periodo de 28 días se denomina la primera luna o Espera, y el segundo periodo, la luna postrera o Desenlace. Durante la segunda luna de cada mes, se produce lo que se conoce como la Venganza de los Eternos que dura tan solo una noche, la última del mes, coincidiendo con la noche que Resian da cuentas a a su padre. en esta noche Destierro está mucho más próximo a Alamar y las mareas son mucho más altas que en las noches normales en la que el flujo del mar lo provoca el caminar de Resian por el cielo. Las mareas durante la Venganza de los Eternos pueden ser de hasta 2 metros superiores a las normales.

La Gran Brecha, el día y la noche

La Gran Brecha es la fuente de calor y luz del mundo de Alamar. La Gran Brecha es una puerta al plano elemental del fuego en cuyo centro refulge El Ojo de Sarr, la estrella anciana hogar del dios Sarr, El Guardián del Tiempo. Su hijo Ressian es el encargado de marcar el paso de la noche al día en su vuelo nocturno junto a su corcel Teryion, un fabuloso caballo alado cuyo cuerpo está formado por magma incandescente y sus alas por fulgurantes llamas, que con su imponente aleteo deja la Estela de Ressian, la cual ilumina durante la noche el mundo de Alamar. El ciclo nocturno se divide en tres periodos de la misma duración, 3 horas.

El primero es El Relincho, en el que Resian espolea a Teryion y su vuelo es más rápido, dejando una estela que permite ver a un humano a 60 pies (la criaturas con visión en la penumbra pueden ver con normalidad).

Después viene el Paseo, Resian cabalga entonces más despacio y Teryion tan sólo deja una leve estela que sólo permite ver a 30 pies a un humano (la criaturas con visión en la penumbra pueden ver a 60 pies).

La última fase es La Cabalgada, en la que Resian vuelve al Ojo de Sarr, alejándose de Alamar, iluminando tan sólo para que un humano vea a 15 pies.

Tan sólo hay una noche cada 28 días que Resian no sale a cabalgar, y esa es la noche en que rinde cuentas a su padre, siendo esa noche la que marca el cambio de un mes y la más propicia para que las criaturas de la oscuridad salgan de sus escondites, a esa noche se denomina El Cerrojo, por la tradición humana de cerrar todas las casas con llave y atrancar las ventanas para protegerse del mal.

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